El tiempo contiene lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos.
Según los estudiosos de la física, en realidad el tiempo no existe, al menos no como concepto absoluto, dado que varía según el ojo del observador, entonces es algo relativo. Así, un beso de un segundo puede encerrar una vida entera, una mirada guarda siglos de sabiduría, una caricia será eterna mientras viva en nuestra memoria, la chispa que se transmite al contacto de los dedos abarca la inmensidad del universo. El amor nace y muere en un segundo.
El tiempo es caprichoso e inestable. Transcurre demasiado rápido en momentos felices y se ralentiza hasta la exasperación en los duros; dos horas de diversión se evaporan en un santiamén, mientras que 10 minutos de espera se hacen eternos.
El tempo guarda nuestros secretos y vive de incertidumbres, nos hace suspirar por tener más, resalta nuestra eficiencia, que no es más que la capacidad de hacer 20 cosas a la vez, todas bien, pero luego, inmersos en la incoherencia, lo matamos.
El pasado ya no existe, el futuro aún no ha llegado, entonces solo tenemos el ahora, este que se desintegra ente nuestros ojos. Es, además, un tesoro, un recurso muy valioso que no se puede renovar; después de dejarnos nunca regresará.
Ay, el Sr. tiempo es caprichoso y enigmático. ¡Me ha encantado tu relato Irene! ❤⏳ Sobretodo el último párrafo.
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Así es, Filipa, el tiempo es implacable. Gracias por pasar, leer y comentar, celebro que te haya gustado. Un abrazo.
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.👌👌👌
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Muchas gracias 🙂 🙂 🙂
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It’s my pleasure ☺️ do visit 😜 my blog also
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🙂
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