
Presentación de la doctora Mari Méndez
Escribir es difícil, sobre todo si se trata de ficción. Concebir una historia, elegir cómo narrarla, ubicarla en el tiempo y el espacio y documentarla. Pero tiene una faceta divertida, que es, sin duda, la creación de los personajes. A través de ellos el escritor puede llevar a cabo sus más locas fantasías, como, por ejemplo, asaltar un banco, ser un agente de la CIA, acompañar a William Wallace en su gesta libertaria o viajar al espacio; puede entrar y salir de la historia de su mano. Es como jugar a ser Dios por un rato, creando personas de papel y tinta para hacer un casting. Llega a relacionarse con ellos de forma personal, sobre todo cuando se amotinan y pretenden dirigir la trama. En ese momento hay que dar la voz de alto y redirigirlos, siempre en beneficio de la historia.
Que el bien triunfe sobre el mal a través de sus acciones y hacer sufrir a los villanos, son bonificaciones extras en este trabajo tan duro, tan solitario y TAN gratificante.
A partir de hoy tendré el honor de presentarles a los personajes de La máscara del verdugo, a través de una serie de publicaciones hechas desde el corazón. Empezaremos por la protagonista, la doctora Mari Méndez, oncóloga:







