Qué bonito es

Qué bonito es levantarte cada mañana y salir a comerte el mundo al son de tus ganas, a vivir ese día como lo que es, ese y nada más, saborear cada minuto de él sin pensar en el mañana.

Qué bonito es dejar que tu cuerpo siga una melodía, aunque esta solo suene en tu cabeza, ignorando a quienes te miran con asombro mientras piensan que a lo mejor estás un poco loca.

Qué bonitos son los abrazos exagerados, los saludos altisonantes que salen de tu corazón cuando encuentras a un ser querido al que a lo mejor no has visto desde hace mucho tiempo, o quizás desde el día anterior.

Qué bonito es que tus deseos superen tu cansancio y se impongan buscando diversión, aún después de una jornada agotadora.

Qué bonito es disfrutar el primer amor, y el segundo, y el tercero con la misma ilusión.

Qué bonito es que te gusten mil cosas a la vez y no puedas decantarte por una sola, cambiar de opinión una y mil veces y empezar de nuevo, no perder el deseo de explorar, de buscar “eso” que te falta, que no sabes qué es, pero que estás segura de que está ahí.

Qué bonito es querer abarcar el mundo entero con tus brazos, sin importar el hambre o la sed, el calor o el frío, la lluvia o el sol.

Qué bonito es ser joven, algo que no tiene nada que ver con la edad.

La vida es un evento individual, no colectivo, nada ganas con crear un ambiente perfecto a tu alrededor complaciendo a los demás si lo que haces no te satisface a ti mismo. Esto solo creará un vacío interior.