Salió de su casa temprano, de prisa, con la cabeza llena de dudas, el corazón cargado de fe, por maquillaje una gran sonrisa, una coleta torcida sujetando su cabello con una cinta de todos los colores del arcoíris, una mochila pesada a su espalda, cargada de sueños, y un ramo de margaritas.
¿Qué debía tomar para llegar a su destino?, ¿el tranvía, el autobús, un taxi?, no podía recordarlo, siguió calle abajo hasta que su GPS vital la orientó y poco después se encontró de pie ante un edificio grande, blanco, con una escalera de una altura descomunal.
Le costaba abarcar todo el conjunto con la mirada. Se alejó, cruzó la calle y se sentó en la acera, como calibrando aquella mole enorme donde habría de pasar el resto de su existencia…o quizás no. Su destino se escribía segundo a segundo.
Finalmente se decidió, el primer escalón era muy alto, le costó mucho subirlo, pero de uno en uno logró coronar aquella escalera que desde lejos le había parecido un imposible.
Cruzó el umbral de su destino con dudas, fe, una gran sonrisa, una coleta torcida, una mochila cargada de sueños y un ramo de margaritas.
Se llamaba Vida.
Una vida llena de tantas experiencias, vale la pena vivirla. Saludos.
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Muchas gracias por esta Vida Irene. ¡Maravilloso! ❤🤍 Me gusta mucho la foto también. ¿Dónde es?
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Has demostrado que lo que más abunda también es lo que más escasea, complejidades del ser humano. Muy hermoso.
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