No temas a las lágrimas.

No temas a las lágrimas, son tus mejores amigas. Te liberan de tensiones, desatascan el alma atestada por el dolor e impiden que salte en mil pedazos. Son fuente de liberación, expresión de sentimientos puros, son la manifestación física del ser, la certeza de que somos seres vivos. Son la válvula de escape que permite dejar ir las penas que corroen el alma, son agua pura, lavan el corazón.

Son la brújula que te advierte que el rumbo que sigues no es el correcto, porque lo que te hace sufrir no lo es, ese no es tu lugar, y te permiten orientarte hacia un mejor destino.

Las lágrimas de alegría son bendiciones que desbordan el corazón, que nos recuerdan que estamos vivos, que la vida es un atajo de momentos y sensaciones y muestran nuestra vulnerabilidad sublime, nuestro rostro más humano, nos hacen personas reales, nos presentan ante el mundo como seres completos.

Las lágrimas son como el rocío que refresca las flores al amanecer, como la lluvia que riega la tierra y cierra sus cicatrices, como un arroyo que alegra el bosque con la notas cantarinas de su fluir, como la cascada que exhibe su fuerza con su tronar, como las olas que al romper en la playa nos salpican y nos hacen reír.

Nos hacen fuertes, nos brindan consuelo y nos conectan con nuestro ser interior. Aprécialas en lo que valen.

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