Diarios de una viajera (5)

“Sólo sé que no sé nada”

Sócrates.

Me uno al gran filósofo en su afirmación, la hago mía. Soy un cúmulo de carencias y torpezas, de limitaciones. Son muchas las áreas del conocimiento que escapan a mi comprensión, como las matemáticas, y ciertas destrezas específicas de las cuales carezco, como la habilidad de dibujar. No es simplemente que dibuje mal, es que soy incapaz de lograr que ambos lados de una misma figura –como una manzana o un corazón- queden iguales.

La primaria, época de la vida durante la cual se dibuja mucho más que en cualquier otra, fue un calvario para mí. Dibujar el mapa de Venezuela siempre fue un reto, dado que su forma es bastante particular, puede asemejarse a una flor o a un corazón.. Descubrir las maravillas del papel cebolla, que permitía calcar un dibujo y reproducir su figura con bastante exactitud fue un alivio. Sin embargo, y a pesar de este valioso recurso, cuando tenía que reproducirlo en gran tamaño, el resultado no fue bueno.

Muchos años después, cuando quienes acudían a la primaria eran mis hijos, descubrí un artilugio deslumbrante que redujo sensiblemente el sufrimiento de mis pequeños al momento de trazar sobre el papel la silueta del mapa de mi casa grande: algún genio infravalorado –quizás alguien que compartía mis limitaciones artísticas- inventó una plantilla plástica. Solo era necesario seguir su contorno con el lápiz y listo, el mapa quedaba perfecto.

Lo que no previó este gran inventor fue que no bastaba con poder dibujar el contorno, aunque esto fuera de gran ayuda, sino que, además, había que representar internamente diferentes elementos, como la división política y territorial, las cadenas montañosas y los ríos, toda una maraña de hilos que aparece en la imagen inferior –mapa amarillo- representada por líneas azules y, lo que era peor, había que ponerles el nombre a todos ellos, una misión imposible.

Plantillas del mapa de Venezuela

Venezuela fue bendecida con muchísimos ríos. Cuando los estudiamos aprendimos que estaban ubicados en diferentes cuencas hidrográficas. Una de ellas, la del río Caroní, con un área de 195.000 Km2, es a su vez parte de una mayor, la del río Orinoco, el más importante del país, que comprende un área de 989.000 Km2, ocupando vastas extensiones de terreno de Venezuela y Colombia, solo superado en caudal a nivel mundial por el Amazonas y el Congo.  En el Caroní se construyó la presa de Guri, para alimentar a la central hidroeléctrica Simón Bolívar, la sexta más grande del mundo, en un grupo conformado por los gigantes China y Brasil, destinada a abastecer de energía eléctrica a todo el país, a la región norte de Brasil y a ciudades de la zona limítrofe con Colombia. https://megaconstrucciones.net/?construccion=embalse-guri

La confluencia de los ríos Orinoco y Caroní. Sus aguas no se mezclan. Cuenta la leyenda que se enamoraron cuando se conocieron en su origen, ubicado en las montañas, pero su unión fue prohibida por los dioses. Entonces decidieron dirigirse hacia el mar, donde se funden en un abrazo. Imagen tomada del blog El Rincón de Yanka.

Venezuela ocupa el noveno lugar de países con mayores reservas de agua dulce del mundo, más que suficientes para cubrir las necesidades de una población de apenas 28 millones de habitantes, distribuidas en una superficie de 916.445 Km2. Cabe destacar, además, que el territorio es irrigado abundantemente con lluvias entre los meses de mayo a noviembre.

Me rendí ante mis limitaciones como dibujante, pero he intentado saciar mi necesidad de conocimiento siguiendo los impulsos de mi curiosidad y mi gusto por la lectura. He intentado abordar a través de la investigación y el estudio lo que no comprendo, pero aún hoy, después de recabar información sobre los sistemas de suministro de agua y luz en Venezuela, sigo sin entender la razón por la cual ambos son tan deficientes. Algunas poblaciones del país e, incluso, sectores de la capital pasan meses sin servicio de agua potable y en otros la situación se prolonga por años.

Viví varios apagones, conozco sus efectos, pero me declaro incapaz de asimilar la crónica de esta muerte anunciada en el 2009, una década antes, no logro entender por qué no se evitó esta catástrofe, a pesar de haber invertido o, más bien, dilapidado muchos miles de millones de dólares –unos 4.000- para subsanar la situación. Sin embargo, un informe elaborado por el grupo Transparencia Venezuela sostiene que a partir de 1998 se abandonaron las labores de mantenimiento de la red por los siguientes veinte años. Coincide con la llegada al poder de los rojos, qué cosas.

Recuerdo con una mezcla de angustia y asombro el del 7 de marzo de 2019, causado por un incendio de vegetación que afectó una de las principales líneas de transmisión. Esa tarde Caracas se convirtió en el escenario de una película de ficción apocalíptica, una mezcla de silencio y ecos roncos de voces nerviosas, de prisas, de incertidumbre, de tener que pensar rápido y no poder hacerlo, de reunir hielo para conservar las medicinas del nieto de mi vecina, tan costosas como escasas, de miedo, de rabia, de personas atrapadas en ascensores y en el metro, trastabillando entre rieles buscando salir a la luz y encontrarse con más oscuridad al alcanzar la calle, de inventiva, de solidaridad, de esperar noticias, de velas, de incomunicación, de subirnos al techo buscando señal para los teléfonos, de lograr enviar un wasap para dar el parte de sobrevivencia a la familia en el exterior, de velas, de tropiezos, de caídas, de rabia, de tristeza.

La ausencia de semáforos produjo un caos vehicular de magnitudes épicas, mismo que se extinguió gracias a la falta de combustible, porque si no hay electricidad las estaciones de servicio no funcionan. Tampoco funcionaba la banca, lo que hizo imposible comprar nada, ni siquiera en efectivo, porque sin electricidad las cajas de los comercios no funcionan, nadie podía operar, ni farmacias, ni tiendas, ni colegios, ni centros de salud, ni el transporte. Los comerciantes de calle, los del sector informal, hubieran podido vender más, pero la imposibilidad de acceder al efectivo, sumada a la enorme cantidad de papel moneda requerida para comprar cualquier cosa no lo permitieron.

Caminamos por el valle de las sombras y tuvimos miedo, pero lo superamos con entereza y colaboración, remendándonos los unos a los otros como mejor pudimos, esperando la luz de un amanecer que aún no llega, porque las causas de las carencias siguen ahí y no se vislumbran soluciones a corto plazo. La reconstrucción aguarda.

Sigo sin saber, estoy como Sócrates, tanta desdicha no era necesaria, hubiera podido evitarse con un par de machetes y algunas horas de trabajo. Dejo el enlace aquí de un artículo que podría esclarecer el tema a mis queridos lectores. https://es.wikipedia.org/wiki/Apagones_el%C3%A9ctricos_de_Venezuela_de_2019

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