El cambio es lo único constante en estos tiempos que corren, y los primeros en adaptarse a esta realidad serán quienes obtengan los mayores beneficios o, dicho de otra forma, quien se lance al mar primero atrapará las mejores olas. El mundo editorial no es ajeno a esta circunstancia, está sumido en un proceso de metamorfosis, lenta pero constante, que se inició en 1971, cuando Michael Hart comenzó el Proyecto Gutemberg con el propósito de crear una biblioteca digital para poner al alcance del lector de forma gratuita los grandes clásicos de la Literatura universal, como Dante y Shakespeare.
Luego, en 1995, Jeff Bezos alteró para siempre las reglas del juego del mercado editorial con Amazon, un nuevo modelo de negocios que cambió por completo el mercado del libro en cuanto a impresión, comercialización y distribución y, en general, a toda la industria. Parte de las novedades fue la introducción de un dispositivo electrónico pequeño, fácil de usar y con una enorme capacidad de almacenamiento, el Kindle Direct Publishing (KDP), una plataforma de auto publicación que ha marcado un punto de inflexión del negocio editorial en nuestra aldea global.
Ahora el escritor cuenta con un abanico de opciones nuevas al momento de publicar su obra, ya no depende exclusivamente de una decisión editorial para llegar o no a su público, y bien podría cambiar su uniforme de escritor por el traje de empresario y encargarse él, en primera persona, de insertar su creación en el mercado del libro, pero, ¿realmente le conviene?, ¿sabe a qué se enfrenta? Veamos.
Las ventajas de publicar con una editorial son evidentes, será ella la responsable de las diferentes etapas del proceso, tales como la corrección, maquetación, diseño de portada, sinopsis y texto de la contratapa, impresión en papel, creación de la versión digital y distribución y venta del libro. Además, promocionarán el producto a nivel internacional en las diferentes ferias del libro que se celebran anualmente en todo el globo. Le darán visibilidad a la obra y a su autor a través de su catálogo, presentándolo ante el mundo acompañado del prestigio que le brinda el respaldo de un sello editorial. Incluso hay ventajas en cuanto al acceso a algunos concursos literarios en los que solo podrán participar escritores cuya obra haya sido publicada por una editorial, en volúmenes no inferiores a 1.000 ejemplares.
Sin embargo, el autor debe prestar atención a algunos detalles que pudieran no ser demasiado convenientes a sus intereses, como las diferentes modalidades de contratación, el tiempo de duración de la cesión de derechos, el pago de regalías -porcentaje y periodicidad- y la promoción de la obra, en la cual el escritor tendrá que involucrarse a fondo.
Hoy en día el escritor no depende únicamente de las editoriales tradicionales, puede publicar sus obras en Amazon de forma gratuita, donde, además, mantiene el control sobre los derechos, recibe informes y pagos mensuales y sus ganancias oscilan entre el 60% y 70% sobre el precio de venta, muy superiores al rango de beneficios que percibiría de una editorial tradicional, el cual varía entre el 10% y el 25%, siendo este último el menos frecuente.
Cabe destacar que existen casos de éxito de escritores cuyos libros fueron publicados inicialmente en KDP, como Juan Gómez-Jurado. Sus novelas «Reina roja» y «Loba negra» encabezaron las listas de ventas de 2019. Hoy en día trabaja con el sello editorial Ediciones B, del grupo Penguin Random House, pero KDP fue su trampolín hacia el éxito.
Otra alternativa en este nuevo mundo que no para de cambiar y crecer es la semiedición. Marcos Chicot, escritor madrileño, empezó publicando con KDP. Su novela, «El asesino de Pitágoras», fue el libro más vendido en Amazon en el 2013, y en 2016 ganó el Premio Planeta con «El asesino de Sócrates». Próximamente publicará sus obras en formato electrónico con KDP y en papel con Planeta. El maridaje perfecto de ambos mundos.
Existen diferentes opiniones en cuanto a la auto publicación. Hay quienes consideran que es el recurso de los autores mediocres que no logran que una editorial publique sus obras y se sirven de este medio para hacerlas llegar a sus lectores. Creo que esos son simples prejuicios, los últimos escombros de una manera de hacer las cosas que empezó a cambiar en 1971, dio un salto enorme en 1955 y no va a parar, seguirá evolucionando quién sabe hasta dónde, el cielo es el límite. Los casos de los escritores mencionados anteriormente sirven como mazo para derribar el muro de prejuicios en torno al tema, y me recuerdan el temor de que la llegada de la televisión acabara con el cine, y la prensa digital hundiría a la de papel: nada de esto ocurrió.
Fui empresaria durante muchos años. Mi compañía producía y vendía productos de calidad, y quizás sea porque extraño la adrenalina que fluye en ese tipo de vida, pero lo cierto del caso es que me resulta, más que atrayente, hipnótico lanzarme a la aventura de la auto publicación con «El juguete perdido», mi próximo proyecto, una novela sobre la familia que espero terminar pronto.

He publicado con editoriales mis novelas. La última. «La máscara del verdugo» vio la luz de la mano de Europa Ediciones. Me ha ido bien con ellos, el trato para conmigo ha sido siempre el mejor, pero quizás haya llegado el momento de probar algo nuevo, de romper esquemas y buscar una ola más alta.
Contar con el apoyo de una editorial puede suponer mayores ventas que la auto publicación, sobre todo teniendo en cuenta que ella tiene el andamiaje empresarial y el know-how del marketing, pero, aun cuando eso fuera cierto, el esquema de negocios actual ha demostrado que al aumentar el margen de ganancias es posible ganar más dinero vendiendo menos libros, y el tiempo de cobro de beneficios es muchísimo más corto.
Después de esta pequeña investigación, la cual no es más que un compendio de experiencias profesionales propias y una modesta exploración sobre el tema, solo tengo claro que lo único que nos puede garantizar el éxito en este negocio -sí, colegas escritores, despierten, esto es un negocio- es un producto de alto valor: publicar libros cuyo contenido sea de una calidad tal, que impregnen el mercado como una mancha de aceite que se desborda más allá de sus límites, que se promocionen y ganen para nosotros el reconocimiento del lector. Entonces, primero a dejarse la piel en el teclado escribiendo, ya tendremos tiempo después de buscar la mejor forma de publicar nuestras creaciones. Si ponemos el carro delante del caballo no llegaremos lejos.
Si alguno de mis amables lectores desea aportar luz a este tema, le agradezco de antemano sus comentarios. Gracias por leerme.

«Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio» – Albert Einstein
Siento no poder aportar ninguna idea el tema que planteas. Yo personalmente jamás me planteé publicar algo salvo en el formato de blog. Lo hago por el puro placer de escribir, y me parece estupendo que cada uno elija publicar la forma que desee o pueda.. Un saludo y buena tarde. éxito con lo que decidas.
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Tu comentario es un aporte muy valioso. Gracias por leer. Un abrazo.
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Brillante sinopsis de la historia del mercado editorial y sus nichos; hasta nuestros días! Como alguien que escribe por el placer de hacerlo o bien informar sobre editoriales de otras fuentes, en alguna oportunidad he leido en esta misma plataforma, sobre escritores que publicaron por Armazón y luego de un tiempo se alejaron, mostrando su frustración en cuanto a su experiencia. Podrías ampliar no solo las ventajas; sino las desventajas como bien tu dices, en estos momentos de dinámicos cambios de la «aldea global», que existen con los grandes jugadores del mercado. Muchas gracias. Un cálido saludo,
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Gracias por comentar. Me parece una idea excelente, investigaré el lado oscuro de publicar en Amazon y, quién sabe, a lo mejor escribo una segunda parte para este artículo. Lo que me va quedando claro es que el «fabricante» es quien sale peor pagado en esta historia. Saludos.
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En esta entrada Joiel lee, se lleva las manos a la cabeza, relee, aprende y te desea la mayor de las suertes con la auto publicación.
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Gracias, Joiel, por estar siempre allí, oculto entre las sombras virtuales que desgarran el alba digital, rodeado de cuervos y espantapájaros, acechando letras y ocurrencias. Lo primero es terminar «El juguete» una historia que deberá ganarse su lugar entre el afecto de los lectores. En cuanto a lo demás, ya te contaré.
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