
El IV Seminario Internacional de investigación en el género negro Tenerife Noir, celebrado entre los días 25 y 27 de noviembre pasados, auspiciado por la Universidad de La Laguna y organizado por el Profesor Javier Grandoso fue un evento extraordinario, en el cual pudimos disfrutar de la presencia de invitados nacionales e internacionales de alto nivel, a pesar de las limitaciones impuestas por las medidas de seguridad del covid 19, que obligaron a realizar el evento a través de Internet. Puedo adivinar que supuso un gran esfuerzo tanto para los organizadores como para los invitados internacionales, adaptarse a impartir sus ponencias en estas condiciones, manteniendo el nivel de las mismas. A todos, gracias.
Durante estos tres días conocimos la obra de destacados representantes del género de novela negra. Los ponentes pusieron de relieve los aspectos que caracterizan la categoría, destacando entre ellos: tramas que se desarrollan en escenarios hostiles de ciudades rotas, submundos desconocidos, denuncia social, violencia, corrupción, personajes singulares, en ocasiones estereotipados, en otras no, como el caso de la detective ciega Blanca Occhiuzzi de Patricia Rinaldi, primera detective ciega en la literatura, quien, a pesar de sus limitaciones visuales es capaz de resolver crímenes. Estos rasgos, sin embargo, adquieren una dimensión única en cada una de las novelas analizadas, sirven a un propósito dentro de la narración. Cabe destacar igualmente dentro de este abanico de herramientas utilizadas por los autores, la presencia de elementos sobrenaturales, mediante la transformación de objetos cotidianos tales como un alfiletero, un catalejo o un anillo en la obra de Carmen Martín Gaite o incluso de escenarios tradicionalmente idílicos como el mar, que se transforma en un escenario criminal en “Las siete calaveras”, de Elena Gallego Abad.
Existen tantos modus operandi como motivos y todos obedecen al lado oscuro, a la personalidad cruel y retorcida de mentes trastornadas o espíritus insaciables, pero, sin duda que hay uno cuya presencia en la literatura es más reciente y destaca sobre todos los demás: el terrorismo.
Fue expuesto por la Profesora María José Álvarez Maurín en su ponencia, titulada: “Reconstrucción retórica del terror. El 11-M en la novela negra del autor estadounidense Robert Wilson, Los asesinos ocultos”. El terror, sobre todo después de los ataques terroristas a las Torres Gemelas, adquirió una dimensión nueva y diferente, la cual fue necesario entender antes de poder escribir sobre él. Igualmente, para abordar este tema hubo que crear herramientas específicas, tales como nuevas metáforas, símbolos y estrategias estilísticas, con descripciones desgarradas y eventos que se desarrollan en una ciudad hostil.
La novela de Wilson, “Los asesinos ocultos”, se desarrolla en el submundo subterráneo de inmigrantes en Sevilla y pone de manifiesto el fenómeno de la otredad, es decir, la figura de “el otro”, ajeno a mí y a mi realidad. Así encontramos al detective Javier Falcón frente a otro mundo; en él se encarna el punto de vista del Oriente frente a Occidente: se marca una línea divisoria, la del otro, el abyecto. También destacan la imagen literaria del emigrante, con el consiguiente rechazo y el choque cultural. La cultura musulmana ocupa el concepto de la otredad y se plantea al “otro” como fuente de terror. El protagonista deja de ser un detective tradicional, evoluciona hasta convertirse en un enlace intercultural.
En España, a pesar de haber existido el terrorismo en diferentes facetas, como el terrorismo de estado en tiempos del franquismo o las acciones de la banda terrorista ETA, el tema ha sido tocado tangencialmente, de soslayo, podríamos decir. Algunos escritores españoles han incluido el tema de los atentados del 11 M en Madrid obras como “El mapa de la vida”, de Adolfo García Ortega, pero sin hacer de los actos terroristas un hecho de investigación.
Profesora Cristina Mondragón: Novela negra de irrealidad: “La octava plaga (2011) y “Toda la sangre” (2013), de Bernardo Esquinca. En estas novelas el escritor incluye elementos de irrealidad muy importantes en la trama. El investigador se adentra en el mundo de lo paranormal en el desarrollo de su investigación, y enfrenta sucesos fuera de lo real, tales como una invasión de insectos en “La octava plaga” y la presencia de los dioses del México ancestral en “Toda la sangre”.
Según la profesora Mondragón, estos eventos apocalípticos y del mundo de la irrealidad cumplen una función importante en la obra de Esquinca, que no es otra que la de dar “credibilidad” a la trama, y es que en sociedades víctimas de la violencia y la pérdida de valores, con un altísimo número de crímenes sin castigo, el discurso tradicional de las novelas detectivescas, donde las violaciones a la ley o los delitos siempre son descubiertos y los culpables reciben de la justicia el merecido castigo son argumentos carentes de significado en sociedades como la mexicana.
Paula Fuentes Hernández, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid: La radio Noir: el Podcast como difusor del género negro. Se refiere la investigadora en su presentación a la ficción sonora. Un buen ejemplo lo constituye “Serial”, la serie radial norteamericana donde se narran crímenes reales, enriquecidos por el trabajo periodístico. En ella se cuestiona un caso cerrado y se completa la investigación del mismo.
Una variante española podría ser “Negra y criminal”, transmitida por la Cadena Ser, donde se narran historias reales, sometidas a investigación periodística. En ellas encontramos inversión policiaca: el crimen ya ha ocurrido, es presentado al principio de la emisión. En la presentación intervienen varios narradores y las diferentes partes de la trama son marcadas por efectos de sonido, como por ejemplo la música, que está al servicio del guion, y los silencios, que cumplen una función tanto narrativa, al marcar los diferentes momentos de la historia, como descriptiva, dado que añaden emoción, no olvidemos que el formato radial es limitado, si lo comparamos al formato cine, que cuenta con la imagen para apoyar la historia.
Aunque este tipo de recurso narrativo luzca novedoso, lo cierto del caso es que tiene como antecedentes las novelas radiales de mediados del siglo pasado.